“Queride autore: les lectores no te deben nada” por Pamela Rojas
Publicado por Tríada Ediciones en
En una sociedad neoliberal como la nuestra, en donde la mentira de la meritocracia tiene más peso, se nos ha repetido hasta el cansancio que todo el esfuerzo es o será, finalmente, recompensado. Es imposible negar la satisfacción de que una obra propia vea la luz, ya sea a través de una editorial, autopublicación, web o revista. Y no es para menos. Detrás de cada creación suele haber muchas horas de trabajo invertidas: investigación, planificación, escritura, corrección, beteos, reescrituras, más corrección, ediciones, etc. Tenemos la «certeza» de que tarde o temprano llegará el momento del reconocimiento. Hemos estado demasiados años como Penélope esperando a Odiseo: desarmando una y otra vez nuestro tejido mientras aguardábamos. Por lo tanto, existe la añoranza de que la recompensa transcienda el acto de publicar. Entonces, se comienza a soñar.
Se espera que se corra la voz. Que, como una marea incontrolable, la publicación recorra el mundo del mercado editorial y llene cada surco para llegar a más y más lectores. Que la comenten, que la crítica elogie, que llenen las redes sociales con hashtag, que se creen memes, que se inventen teorías, que se emparejen personajes imposibles de relacionar, vender los derechos a una productora, supervisar el desarrollo del guion, que tal actriz o actor sea parte del casting; no, mejor una animación; quizás un videojuego; Chayanne cantando el openning (¿?) …
Se sueña con un producto transmedia de gran envergadura porque soñar todavía es gratis y qué maravilloso poder vivir de los derechos de autor. Deseamos que, ojalá, aquello que apreciamos tanto, sea reconocido y valorado por los demás, que puedan ver de una vez por todas, el esfuerzo realizado para escribir esa obra, que el amor que sentimos por ese escrito se contagie a todos los demás.
Sin embargo, es sabido que se trata solo de una posibilidad entre muchas. Y poco se habla de la frustración que se genera cuando las expectativas de le autore, al momento de compartir su obra, no son satisfechas. Puede que las listas de los más vendidos en uno de los diarios de «renombre» no la incluyan. Puede que venda la mitad de los ejemplares impresos y que termine siendo destruida porque la editorial no puede seguir pagando el bodegaje; que no reciba la calificación en Goodreads que se esperaba; que, aunque sea visitada demasiado en Wattpad, no se tengan tantos likes o comentarios. Puede que —¡vaya osadía para el ego de le escritore!— existan personas que no gusten de la obra, que dejen una reseña negativa, que no la recomienden.
Y está bien. Les escritores deben aprender a vivir con eso. Debemos. No es posible encandilarnos con el brillo de nuestro propio deseo y nos toca aceptar que «esfuerzo» no es igual a «mi obra será leída y disfrutada», ni tampoco a «mi obra tiene que ser reseñada».
Las redes sociales, por su inmediatez, pueden resultar una excelente herramienta para dar a conocer una obra, para hacerla llegar a su público objetivo y, si son utilizadas con sabiduría, pueden ser plataformas que permitan una interacción enriquecedora entre lectore y autore. O bien, pueden resultar un arma de doble filo. Si no estábamos preparades para esa posibilidad, tocará respirar y contar hasta diez, antes de lanzarse al abismo.
En este punto se hace necesario entender, de una vez por todas, que desde el momento en que publicamos la obra —independiente del formato—, ya no tenemos control sobre ella. Desde el momento que sale de nuestra computadora al mundo, no podremos manejar cómo será percibida por les lectores ni cómo se relacionarán con la obra. Y, por ello, queride autore: les lectores no te deben nada.
Hace unos meses festinábamos, nos deleitábamos, las redes sociales hacían eco del tenso intercambio entre algunos autores y sus lectores a través de plataformas como Goodreads. Mientras, por un lado, autor y editor cuestionaban la opinión que alguien tenía sobre la obra, otro autor interrogaba al lector hasta el cansancio acerca de su forma de adquirir la novela, por insólito que parezca.
Un día cualquiera en Goodreads pic.twitter.com/Z4khs0k2n9
— El Estereoscopio (@Estereoscopio_) February 2, 2021
Por si fuera poco, cada cierto tiempo surgen hilos que tildan a les lectores de egoístas cuando no realizan reseñas al terminar un libro. «No cuenta nada calificar en Goodreads», «es una mísera reseña, qué te cuesta», «es algo básico y simple dejar tu opinión».
Ambos son ejemplos del excesivo control que desean tener les autores sobre sus publicaciones. Sí a ejemplos de control como: estar al tanto de la cantidad de ejemplares vendidos, sí a la solicitud de rendiciones de cuentas a las editoriales —los contratos están para cumplirse. Pero hay que dar un «no» rotundo a atacar a les lectores porque sus opiniones sobre la obra no cumplen con los estándares propios. Les lectores son libres de querer explayarse más o menos sobre su experiencia de lectura. Sus opiniones no son más ni menos válidas. Habrá unas más profundas que otras, unas más detalladas que otras, pero no podemos exigirles cuentas a ellos. Bueno, solo pedir que hayan adquirido la obra mediante los canales legales apropiados, nada más.
No siempre todo esfuerzo es recompensado como queremos y debemos tener la altura de miras suficiente para hacerle frente a las críticas. Sobre esto, hay algo que la animadora estadounidense Rebecca Sugar (Steven Universe), aconseja a quienes desean convertirse en creadores:
«Si nunca me hubieran dicho, “en realidad no entiendo qué significa esa historia que escribiste”, nunca me hubiera preguntado a mí misma “¿cómo puedo expresar esto mejor?” o “cómo comunico mejor lo que quiero decir?”. Mi hermano Steven me pasó un consejo que él recibió, que es siempre mantener tu trabajo a tu costado. Así, si alguien te critica, no va a disparar una bala a través de tu arte y dentro de tu corazón. [...] Entonces, si la gente dice una cosa u otra, observas lo que piensa la gente sin que te haga daño».
La lectura es una experiencia personal. Así como se espera la valorización del esfuerzo, hay que afrontar las críticas y también los silencios. Cada lectore construye su propia interpretación de la obra a partir de su propio conocimiento del mundo. Aquello que hace vibrar a une, puede que no haya estremecido a otre. Y, queride autore, ya publicaste, las cartas están echadas. Quien toma tu libro no tiene la obligación de terminarlo, ni reseñarlo positivamente en Goodreads —ni Instagram, ni en YouTube—, considerando el esfuerzo que has puesto en tu obra. No. Si le lectore decide guardar silencio, está bien. Si decide compartir su visión con los demás, está bien. Nunca le menosprecies.
Jugar con fuego es peligroso y puede quemar.
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